¿Tuvimos un hijo

Capítulo 62



Capítulo 62

Capítulo 62

– No, Elias… Quiero que me lleves al hospital – dijo Helen con un puchero. Afianzó su agarre sobre Elías, actuando como un niño aterrorizado por perd er el afecto de alguien.

– No puedo ir contigo porque hay cosas que tengo que hacer. Sé buena y deja que Ray te lleve al hospital – reprimió Elías con paciencia.

lloriqueó con

– No. Quiero que vayas conmigo. De lo contrario, no me moveré en absoluto mucha terquedad.

El frunció, pensativo. Era posible que ella estuviera impactada por el accidente, así que tenía sentido qu e le pidiera que la acompañase al hospital y que se quedara con ella; sin embargo, mientras él consider aba esto, Anastasia, de forma repentina, replicó: This belongs to NôvelDrama.Org - ©.

–Entonces no vayas al hospital y ya, Helen. El presidente Palomares y yo aún tenemos cosas que hacer. iVámonos, presidente! iTenemos que retirarnos!

El pecho de Helen comenzó a subir y bajar de modo errático al escuchar eso. Temblorosa, comenzó a gr unir. Sus ojos se voltearon y sus piernas colapsaron. Fue gracias a que tenía a Elias a un lado, y que él t omó con rapidez, que no cayó al suelo. La cargó en sus brazos y la llevó al asiento trasero de su carro.

–Te llevaré al hospital, Helen. – Se volteó hacia Anastasia, quien permanecia firme en su lugar, y le dijo–: ¿Puedes pedir un viaje hacia l a compañía?

Ella observó al carro retirarse a toda velocidad del estacionamiento, dejándola atrás. Suspiró con pesad ez y se dirigió hacia la oficina. Mientras tanto, en un hospital privado manejado por el Corporativo Palom ares, Helen recibió atención y se le hicieron múltiples exámenes. Se concluyó que, fuera del impacto del accidente y una concusión, se encontraba bien. El doctor indicó que requeriria de unos pocos días de d escanso.

–No te preocupes, solo tendrás que quedarte aquí por unos días para observación –– consoló Elias a su lado al ver el golpe en su cabeza y su rostro pálido.

– Elías, ¿qué hacías con Anastasia? ¿Tenían asuntos de trabajo o algo? – preguntó Helen, luciendo modesta sobre la cama y fingiendo curiosidad.

– Ibamos camino a la residencia Palomares para que conociera a mi abuela – contestó, negando con la cabeza.

—¿Por qué quieres que conozca a tu abuela? – preguntó Helen, sorprendida.

– Me secuestraron cuando era un niño y fue la mamá de Anastasia quien se sacrificó para rescatarme. Mi abuela siempre ha querido pagar esa acción desde entonces –explicó Elias con franqueza.

– ¿Que? ¿Tú eres el niño que la mamá de Anastasia salvo en aquel entonces? Anastasia y yo fuimos com pañeras de clase desde la primaria hasta la preparatoria. Escuché sobre cómo su mamá murió en la linea del deber, pero nunca me imaginé que tú fueras la persona a la q ue ayudo. Su madre era una mujer desinteresada. Siempre la admiré –expresó Helen.

–¿Algo pasó entre Anastasia y tú? —preguntó Elías con curiosidad.

Sabía que Anastasia guardaba recelo contra Helen, al punto que su odio por ella era más que evidente. Helen ya había pensado en una respuesta desde hacía mucho tiempo. Suspiró con pesadez para come nzar a mentir:

– En una ocasión, Anastasia vino a rescatarme cuando alguien quería abusar de mí, pero al final, ella fue quien terminó siendo abusada en mi lugar. Desde entonces me guarda rencor por lo sucedido.

–¿Abusada? — preguntó Elías, palideciendo ante esto. Se preguntó si Helen se pudiese referir a otro tipo de abuso.

–Si, algún prostituto termino violándola. Fue por mi culpa que ella tuvo que sufrir algo tan horrible como eso – expresó Helen entre sollozos culposos. Cubrió su rostro con sus manos y, con dolor, murmuró-: Nunca p odré compensarle por eso, ni siquiera si pasase el resto de mi vida tratando de expiar mis errores.

«¿Anastasia fue abusada por un hombre antes?» pensó Elías mientras sentía cómo su corazón se acel eraba.

–¿Estás segura de que ella…?

No pudo terminar su oración y solo se quedó mirando hacia Helen. No estaba dispuesto a aceptar lo qu

– Sí, su castidad fue tomada de una ruin manera aquella noche, contra su propia voluntad. Fue su prime mi culpa y nunca se lo podré compensar. Ella me odia por ese evento tan horrible y me merezco que lo h

Mientras decía esto, Helen pensaba otra cosa totalmente opuesta.

«Nada más necesito que Elías sepa que Anastasia no es ninguna mujer virtuosa y pura. Ahora, sin

Elias, por su parte, sentia como si hubiese sido sacudido por un terremoto. Estaba tan impactado q

– Es justo que me repudie. No hay nada que pueda hacer para redimirme por esto, Elías. Sé que yo exp

–¿Eso significa que el niño es del prostituto? – preguntó Elías en voz baja, mientras apretaba su puno sobre su rodilla.

«No puedo creer que sufriera algo como eso.


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